martes, 28 de octubre de 2014

Así es un hobbit en la vida real

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que compartimos la existencia con un auténtico hobbit, un pequeño homínido de no más de un metro de altura. Este misterioso habitante hoy día todavía nos deja más dudas que respuestas y por eso te lo presentamos.


Imagina una isla perdida en Indonesia, un lugar frondoso, húmedo y lleno de animales extraños como elefantes enanos o exóticos lagartos enormes. En esta isla, dentro de las cuevas vive un auténtico enano, un Hobbit de la vida real. O más bien vivió pues esto ocurrió hace 18.000 años y este Hobbit no era otro que el Homo floresiensis.

El Homo floresiensis fue descubierto en 2004, en la isla de Flores, en Nusa Tenggara, y después de 10 años, esta supuesta especie enana sigue resultando tan misteriosa como en el momento en el que se descubrió. Para que os hagáis una idea, hablamos de una especie que convivió en tiempo con el humano moderno pero que no medía más de un metro. Los investigadores hoy día todavía discuten si este pequeño habitante es algo completamente distinto a nosotros o si en realidad estaban mucho más cerca de nuestra línea evolutiva y sufrían una enfermedad genética que explica su tamaño.

Así es un Hobbit en la vida real

Vamos a trazar un cuadro del Homo floresiensis. Este homínido era mucho más pequeño de lo que podáis imaginar de primeras. Tengamos en cuenta que los individuos más pequeños de Homo sapiens no suelen medir menos de 1,40m, y ya estamos alcanzando unos límites de estatura bastante llamativos. Pues el Homo floresiensis medía una media de 50cm menos, su cabeza nos llegaría un poco por encima de la cintura lo que le ha valido para ser apodado como el "Hobbit" dentro de la comunidad científica. Su cabeza también era extraordinariamente pequeña. Su capacidad craneal se acerca mucho al de los chimpancés por lo que sus cerebros eran también pequeños. Precisamente este detalle es uno de los que más desconciertan a los investigadores, como veremos más adelante.

Pero no por ello eran más primitivos. Varios hallazgos demuestran que el Homo floresiensis usó el fuego para cocinar y también herramientas de piedra, un detalle típicamente asociado a al Homo sapiens y otras especies más evolucionadas técnicamente. Es más, debido a estas herramientas y a otros factores se cree que el Homo floresiensis poseía dotes comunicativas necesarias para coordinarse, por lo que probablemente tuviese un lenguaje propio, algo que maravilla a los científicos. Otros detalles muy importantes y recientemente encontrados indican que el Homo floresiensis tenía una muñeca más parecida a los chimpancés que no les permitía una habilidad tan diestra con los pulgares. Además sus rasgos serían más simiescos ya que, como se ha evidenciado en estudios posteriores, poseen varias características más propias de especies más primitivas y que no evolucionaron.

"Terrorismo científico"

La investigación del Homo floresiensis se ha visto enfrentada a auténticos problemas desde su comienzo. Muchos de ellos se relacionan con cuestiones meramente técnicas, falta de información o de restos para poder llegar una conclusión. Sin embargo, otros son problemas que se refieren a los propios investigadores, falta de consenso y opiniones enfrentadas que en ocasiones retrasan el trabajo. Especialmente cuando estas diferencias terminan por convertirse en polémica. Así ocurrió en el momento de su descubrimiento. En el momento de su descubrimiento, el profesor Teuku Jacob, de la Universidad Gadjah Mada, no dudó en afirmar que los restos eran en realidad de un Homo sapiens con algún tipo de enfermedad.

A medida que han ido surgiendo distintas evidencias en contra del argumento de Jacob, este se ha ido cerrando cada vez más en su posición. La imposibilidad de encontrar nuevos cráneos de Homo floresiensis ha impedido que los científicos puedan descartar una u otra hipótesis. Por su parte, Jacob acusó al equipo australiano que ayudó a desvelar los restos de realizar prácticas de "Terrorismo científico". Estos habrían nombrado sus hallazgos y habría publicado sus conclusiones sin tener en cuenta a los indonesios con quienes encontraron al Homo floresiensis en conjunto.

No hace falta decir que esta mala práctica está muy mal vista dentro del mundo científico por lo que este asunto no ha hecho más que empeorar la investigación. A raíz de la polémica, el profesor Teuku Jacob decidió por su cuenta tomar "prestados" los restos para poder defender su propia hipótesis. En 2005 devolvió los huesos tras la enérgica protesta de la comunidad científica pero para desgracia de todos, estos mostraban diversos deterioros, algunos muy graves e incluso la pérdida de varias piezas lo que ha entorpecido enormemente llegar a una conclusión definitiva. Como podemos ver el terrorismo científico es una práctica más común de lo que nos gustaría admitir y solo va en perjuicio de todos. Por ahora las investigaciones siguen adelante tratando de desvelar los misterios del "Hobbit" de la isla de Flores. Quién sabe cuando lo conoceremos todo de este pequeño habitante indonesio.



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